„Tras las huellas de Oskar Schindler en Estambul“
Por Prof. Erika Rosenberg
El canto del muezin resonaba en cada rincon de Estanbul marcando
el comienzo de la festividad más sacrosanta musulmana: El Razaman como le
llaman en Turquía mientras que en el mundo árabe es conocida como Ramadam.
Sentada en un café con vista al Bósforo observo el incesante
tráfico de grandes cargueros que vienen del Mar de Mármara, atraviesan el
estrecho y luego echan sus anclas en algún puerto del Mar Negro.
Un cielo azul diáfano,
una brisa marina y muchísimas gaviotas
que zurcan el aire tratando de picar en el plato de un turista distraído.
Realmente podría estar sentada horas dejándome inspirar por este panorama.
Frente a mi erigiéndose en su ampulosa arquitectura el Agyasofia, detrás mío y
casi enfrentándose a ella a manera de singular poderío religioso la fabulosa mezquita Sultanahmet ó mezquita azul
por sus mayólicas azules en el interior que con el reflejo del sol le dan una
luminosidad especial. Todo parece que emerge de las Mil y una noches…
Vista desde arriba la ciudad es aún más maravillosa, su ampuloso
skyline, un horizonte recortado por sus edificaciones de diversos tipos arquitectónicos,
las antenas televisivas, de radio, militares sobre una de las siete colinas.
Estambul la ciudad de las siete colinas como Roma, fundada por el emperador
Constantino y que originalmente se debía
haber llamado Nova Roma es la única ciudad en el mundo que está conformada por
dos continentes: Asia y Europa. El estrecho del Bósforo obra de límite fluvial.
Sus cuatro puentes gigantescos unen ambos lados.
Como decía ,podría estar horas, días, caminando por sus
calles,atravesando sus bazares, visitando sus tiendas, sus barrios, oliendo sus
especias, hablando con su gente. Una cultura muy diferente a la nuestra, pero
en síntesis und gran urbe con sus casi 20 millones de habitantes que puja y
late constantemente.
Repentinamente me sorprende la cantidad de banderas turcas
colgadas de los edificios. Parece un festival de rojo con su media luna y
estrella. LLamo al mozo y le pregunto el porqué de tanto „nacionalismo“. El
trata de explicarme la historia de Atatürk, de Erdogan, de las próximas
elecciones del 24 de junio que serán determinantes para los destinos del país.
La sociedad esta dividida, dice con un dejo de tristeza en sus profundos ojos
negros. Frunce el senio, levanta las cejas y sigue diciendo: Erdogan quiere un
país, en dónde la religión sea parte del estado y eso nos prohibe de nuestra
libertad!.Le pregunto si profesa su religión musulmana,me responde: soy
agnóstico. . .quiero un país libre de ataduras religiosas…
Mientras tanto trato de no desviarme del objetivo de mi estadía
en Turquía. Ya he pasado bastantes horas
recorriendo la ciudad, mezclándome entre los turistas, siendo por muy breve tiempo una más entre miles,
visitando Topkapi y sus jardines… recordando una de las películas del afamado
espía 007. Y así llego al punto de partida, al motivo de nuestro viaje a
Turquía.
Como biógrafa de Emilie y Oskar Schindler y considerando que mis
investigaciones aún no están concluídas, trabajo en una publicación científica.
Uno de los puntos que aún no están del todo esclarecidos son las actividades de
Oskar Schindler en el Servicio Secreto bajo las órdenes del Almirante Wilhelm
Canaris. Actividades que comenzaron en 1935 y que se extendieron hasta agosto del 1945 al ser destituido
Canaris de sus funciones como Jefe del Servicio Secreto del Tercer Reich,
siendo al mismo tiempo anulado este Servicio y cambiado por otro departamento
similar.
En 1940, hace exactamente 78 anios a Schindler le fue
encomendada una mision extrictamente secreta: ESTAMBUL.
En Estambul debía obtener información de sus propios pares del
Servicio Secreto que se encontraban en ésta ciudad hace ya algún tiempo.
Turquía era en tiempos de guerra un país
neutral y por ende encuentro de espías de todas
nacionalidades. Además paso obligado para todo aquél que escapaba de la
Alemania nazi. Aquí se encotraban representantes del JOINT, de la Hagadá,
socialistas, comunistas,judíos esperando
su visado a Palestina, por aquél entonces tampoco una tierra de promisión.
Visto y considerando los terribles pogromes iniciados por los árabes con los
judíos en lo que se llamara Mandato Inglés. Los ingleses bajaban sus gorras y
giraban sus rostros ignorando la tremebunda salvajada de los árabes que en cualquier
momento y lugar sacaban de entre sus túnicas filosos cuchillos apunialando por
la espalda a los indefensos judíos.
Esta era la situación por aquellos anios en que Schindler
visitaba el café „Germania“ en Estambul.
Tras las huellas de tales actividades secretas me he dirigido en
éstos últimos días. Buscando aquí y allá. Contactándome con gente, y al
principio fue bastante desalentador porqué luego de poner en marcha toda una
estrategia detectivesca y conectarme con
una tal Sra. Nazan, duenia de un antiguo café aquí en Estambul muy cercano al
Ayasofia, en lo que otrora habían sido los muros de Constantinopla, el centro
de la ciudad, me encontré con ella. Telefonicamente me había prometido poner a
mi disposición unas cajas con viejos documentos que tenía en el sótano de su
negocio, un lugar húmedo y oscuro, con fuerte olor a mezcla de especias, orin
de gato y otros no reconocibles para nuestro olfato, como pudimos observar luego de apersonarnos en el lugar. Buscamos
incansablemente, pero la mayoría de los
viejos documentos, fotos, estaban en turco, algo en ingles y otros en antigua
letra gótica alemana. Qué hallazgo para nuestra ignorancia. Era como buscar una
aguja en un pajar. Pero ya casi al final, pude entreveer algo, una pequenia luz
en ese sótano sórdido y oscuro. En un
amarillento papel descubrí la palabra
„Park Hotel“.Tomé una foto con el celular.
Ya cansados y sin mucho ánimo nos despedimos de la Sra. Nazan
prometiéndole que algún día volveríamos a visitarla.
En el hotel y luego de
una muy frugal cena observé largamente la foto. El nombre „Park Hotel“
no me decía absolutamente nada. A la maniana siguiente me informé en la
recepción por el „Park Hotel“ en el
barrio de Taksim. Allí nos dirigimos con Josecito, mi fiel companiero de
aventuras. El taximetrero, un hombre ya entrado en anios y conocedor de la
ciudad, me explicó que el hotel es nuevo, pero que el viejo „Park Hotel“ había
sido demolido hace ya mucho tiempo y en
el mismo terreno construido el nuevo. Que el viejo hotel tenía un bar con un
nombre alemán o algo parecido. Le pregunté porqué. . .? la respuesta se
presentó frente a mis ojos al llegar a la puerta del hotel. El edificio
aledanio es el Consulado Alemán que funcionó siempre en ese mismo lugar. . . El
resto de la historia la relataré más adelante.