Steven Spielberg «no fue el inventor» de la película «La lista de Schindler», sino que el propio Oskar Schindler intentó que Fritz Lang rodara su historia y llegó a firmar un acuerdo con la Metro-Goldwyn-Mayer para escribir un guión con Romy Schneider y Richard Burton como protagonistas.
Según la confesión que le hizo en 2011 Branko Lustig, el productor de «La lista de Schindler», la figura de Emilie Schindler, quien ayudó a su marido y llegó a salvar en 1945 la vida a 120 personas que viajaban en un transporte para ser ejecutados, «no era rentable» para Hollywood, «que siempre ha necesitado presentar un hombre en la pantalla».
«Hasta la última hora»
La escritora entiende que la esposa del industrial alemán «no sirviera» para los objetivos de la producción estadounidense «porque era demasiado católica, decente y buena», si bien ha garantizado que el contrato que el matrimonio Schindler firmó en 1963 con la MGM para hacer la película originaria, que debió llamarse «Hasta la última hora» y de la que percibirían el cinco por ciento de sus derechos, daba un papel relevante a Emilie.
Tanto era así, ha destacado, que la MGM escogió a una «diva» como Romy Schneider para que encarnara a Emilie Schindler y a Richard Burton para que hiciera de Oskar.
Los Schindler no cobraron
A pesar de lo avanzado que estaba el proyecto, «se cayó» en 1967 por causas que Rosenberg desconoce y sin que el matrimonio llegara
a «recibir ni un centavo». Sin embargo, en su intento por recuperar el guión que había escrito, que consideraba
«un pequeño triunfo en su vida» Oskar Schindler contactó en repetidas ocasiones por carta con la persona que mediaba entre él y la MGM para tratar las cuestiones relativas a la fallida película.
Oskar Schindler murió en 1974 y el guión y los derechos del contrato se vendieron a espaldas de Emilie Schindler, su heredera universal, y fue a parar a manos de uno de los judíos de la lista, llamado Pfefferberg, que era la persona que mediaba entre Schindler y la MGM.
Los derechos, para uno de la lista
Rosenberg explicó que Pfefferberg vivía por entonces en Los Ángeles, donde regentaba un negocio de cuero. Un día entró en su tienda Thomas Keneally, el autor de «La lista de Schindler», al que le propuso hacer un libro con los datos del guión que poseía, algo que aceptó el escritor australiano, aunque «manipuló» algunos datos, al dar a entender que Emilie Schindler había muerto cuando se terminó de escribir la publicación.
Sin embargo, Emilie, que nunca se divorció de Oskar, fue invitada en 1993 por Steven Spielberg a asistir al rodaje de la última escena de «La lista de Schindler», pero en calidad de «sobreviviente judía que fue salvada por Oskar Schindler».
Estando en Jerusalén, adonde en un principio no quiso viajar por la indignación que le causó esta invitación, aunque finalmente acudió acompañada por Erika Rosenberg, Emilie fue reconocida en una gala previa al rodaje por «el doctor Dresner», uno de los judíos de la lista, «como la salvadora de su madre», uno de los 120 judíos que viajaban en el transporte que la esposa de Schindler «salvó de la muerte segura en 1945».
La sonrisa de Spielberg
Cuando supo quién era, Spielberg se acercó unos metros a la mesa donde se sentaba Emilie, le sonrío y se dio media vuelta, ha aseverado hoy Rosenberg.
De vuelta de su viaje a Israel, y dados sus problemas económicos, Emilie decidió reclamar sus derechos a Spielberg y a la Universal al enterarse del éxito de «La lista de Schindler».
Ayudada por una consultoría de Estados Unidos, que puso a su disposición gratuitamente a sus abogados, inició un proceso en 1996, al que los demandados respondieron en 1999 alegando, con pruebas, que la película arrojaba unas pérdidas de 13 millones de dólares y que Emilie no tenía derecho a ninguna ganancia porque se había divorciado de Oskar, cosa que no era verdad.
Ante ello, la esposa decidió no seguir con el juicio porque le hubiera costado 100.000 dólares que no tenía y el 5 de octubre de 2001 murió con la última voluntad de ser enterrada en Alemania, según consta en su testamento, del que Erika Rosenberg es albacea.
Hace ocho años, la albacea de los Schindler coincidió en un evento literario celebrado en Braunau am Inn (Austria), donde nació Hitler, con Branko Lustig, el productor de «La lista de Schindler», quien le confesó que habían filmado la escena de cómo Emilia salvó a las 120 personas que viajaban en el transporte, «pero que la habían sacado porque no era rentable».